Rabat,— La histórica coronación de la selección marroquí Sub-20 en la Copa del Mundo en Chile representa mucho más que una hazaña deportiva: es el fruto tangible de una visión real coherente, estructurada y sostenida, que concibe el deporte como motor de desarrollo humano y de cohesión social.
Desde los Encuentros Nacionales del Deporte de 2008, Su Majestad el Rey Mohammed VI ha situado el deporte en el centro de las políticas públicas, como “un instrumento de inclusión, lucha contra la marginalización y promoción del desarrollo humano”. La victoria de los “cachoros del Atlas” es, en este sentido, el resultado directo de esta estrategia de largo aliento.
En el corazón de este modelo se encuentra la Academia Mohammed VI de Fútbol, inaugurada en 2010, concebida como un símbolo de un deporte formador, profesional y moderno. “El complejo está orientado hacia la excelencia”, subrayó su director, Hassan Kharbouch, en declaraciones recientes, destacando que se trata de “un espacio multidisciplinario que combina la preparación deportiva, la formación técnica y el apoyo médico y científico”.
Cinco jugadores del equipo campeón mundial Sub-20 —Yassir Zabir, Othmane Kountoune, Fouad Zahouani, Houssam Essadak y Yassine Khalifi— son egresados de esta institución, confirmando su papel esencial como cantera del fútbol nacional.
La Academia forma cada año a más de un centenar de jóvenes talentos dentro de un modelo de enseñanza integral que combina estudios académicos y entrenamiento de alto rendimiento.
Bajo la dirección de Su Majestad, el Reino ha multiplicado los campos de proximidad, centros regionales de formación y equipamientos modernos, democratizando el acceso al deporte en todo el territorio. Esta política ha permitido descubrir una generación de jóvenes disciplinados, talentosos y seguros de sí mismos.
El éxito de los Sub-20 confirma una tendencia ascendente del deporte marroquí: semifinalista del Mundial 2022, campeón africano Sub-23 en 2023, medallista olímpico en París 2024 y campeón africano Sub-17 en 2025.
El fútbol femenino, por su parte, ha alcanzado por primera vez los octavos de final del Mundial y dos finales continentales consecutivas, reflejando la dimensión inclusiva de esta visión real.
Con este nuevo título mundial, Marruecos reafirma su liderazgo en el fútbol africano y árabe, fruto de la constancia y planificación. Más allá del deporte, este éxito encarna la fuerza de un modelo de desarrollo donde la excelencia, la educación y la perseverancia son los verdaderos motores del progreso y del prestigio del Reino.