La relación entre China y Rusia trasciende acuerdos puntuales, representando un desafío persistente para el liderazgo global estadounidense y obligando a Washington a reevaluar su política exterior. Luego de 75 años de relaciones diplomáticas, ambas naciones han profundizado su vínculo, definiéndolo desde 2022 como una “amistad sin límites”, previo a la invasión rusa en Ucrania.
La intensificación de la alianza sino-rusa repercute directamente e indirectamente en Argentina, al desafiar la hegemonía estadounidense y empujar al país sudamericano a reconsiderar sus alianzas internacionales en un entorno competitivo y en constante cambio. La coordinación demostrada en eventos globales y la firma de nuevos convenios influyen en el acceso argentino a mercados, inversiones y tecnologías, subrayando la importancia de diversificar estrategias y mantener flexibilidad en la política exterior nacional.
Estados Unidos considera a China su principal rival y ve a Rusia como desestabilizador, aunque mantiene posibilidades de acercamientos. Con la administración Trump se establecieron barreras comerciales contra China, mientras el acuerdo de Busan redujo aranceles y apoyó la producción china. Los intentos de separar a China y Rusia pasan por alto que ambos países priorizan oponerse a EE. UU. Michael McCaul afirma que esta alianza es una amenaza significativa para Europa y Asia-Pacífico desde la Segunda Guerra Mundial.
Europa observa con inquietud la doctrina estadounidense, que
advierte sobre crisis culturales y apoya la soberanía regional. Países bálticos
y Polonia temen un retiro estadounidense, que beneficiaría a las potencias
eurasiáticas. Mientras Rusia avanza en Ucrania, Washington busca soluciones
rápidas y debate propuestas respecto a los territorios ocupados desde 2014. En
septiembre de 2025, Xi, Putin y Modi ratificaron la unidad en la SCO ante las
políticas arancelarias estadounidenses aplicadas a India.
Este bloque sino-ruso ocupa un lugar central en el escenario
global: China aspira a liderar mundialmente para 2050, Rusia mantiene su
influencia gracias a su poder nuclear pese a las secuelas del conflicto, y
Estados Unidos debe decidir entre confrontar o coexistir. Desde 2014, la
cooperación militar entre China y Rusia se ha afianzado, con ejercicios
conjuntos que envían mensajes estratégicos a Occidente y Europa.






